sábado, 1 de noviembre de 2008

Han sido cuatro

Queridos todos:
Me han hecho falta cuatro días para darme cuenta de que soy gilipollas. Igual un número como el cuatro no suena a mucha cantidad, pero cuatro significa 96 y 5760 entonces sí. Las horas y minutos perdidos.
Cuando me he levantado esta mañana me encontraba bastante bien, tenía ganas de subir incluso la persiana y ver la luz entrar en la habitación. Mi ánimo se ha venido abajo en cuanto me he percatado del día de perros que hacía. Me he vuelto a meter en la cama y he pasado así todo el día.
Hoy he estado hablando con Sofía en nuestras especiales reuniones ilegales frente a un cenicero en mi habitación. La he dicho lo que pienso ahora. Al principio estaba muy mal ( y no digo muy mal como "tengo un mal día, que el mundo me deje dormir), después estaba enfadada con el mundo, después sentía incredulidad y tras eso no sentía, a secas. Ahora estoy calmada. Dice Sofía que ahora estoy "en paz". Me he dado cuenta de que yo no he hecho nada mal, que he actuado muy correctamente. Quizá demasiado. Tengo la conciencia tan tranquila ahora.
Me siento bien. Hasta hace horas no tenía ganas de nada. Tenía que ir por obligación moral a un cumpleaños en el que me emborracharán y me sacarán de fiesta para ahogar penas, sin ninguna gana. Ahora todo es diferente. Me equivoqué una vez más, ¿y qué?
Si tuviera que ahorrar a alguien pasar por una fase de oscuridad tan penosa, no lo haría. No soy mala persona. He descubierto que es necesario que cada uno se de cuenta con el tiempo que necesite de que nada merece la pena. No merece la pena una lágrima por ninguna persona que no haya hecho las cosas correctamente. Tampoco merece la pena la tristeza, la falta de una sonrisa, la risa (pensé que la había perdido), las ganas de comer...
He sido muy tonta. He sido muy ingenua. Yo siempre intento hacer las cosas bien, o correctamente (por supuesto, no siempre lo consigo) por mis principios. Creo que soy buena persona y no le deseo mal a nadie nunca. Intento dar a mi gente querida todo lo que tengo y les puedo ofrecer. Por ello, creo que no merezco un mail-aviso y una conversación vaga en explicaciones. Merezco a alguien que me mire a los ojos y me diga lo que me tenga que decir, al menos, necesito el valor y valentía de una llamada telefónica. Es por ello que no merezco estar más triste ni más tiempo perdido llorando.
No se si soy tan fuerte o es culpa del vino. Con media botella en el cuerpo uno siempre se siente mejor.
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2 comentarios:

Me dijo...

Me alegra ver que la cabeza comienza a ser más fuerte que el corazón... Eso es lo que tienes que hacer: animarte y disfrutar de TÚ ERAMUS (creéme que es único y que después si no lo vives al máximo, te arrepentirás)
Un besote enorme.

Yoli dijo...

Me siento feliz por verte a ti feliz. Te lo mereces todo. Disfruta mientras puedas!!!