viernes, 26 de septiembre de 2008

Sentimiento de culpa en contraste con la felicidad



Queridos todos:


Ayer pusimos en marcha un conjunto de reglas de convivencia en la casa sobre todo en lo referido a cocina y baños. Es algo necesario y muy normal a la hora de convivir 5 personas y tener esas zonas comunes. Para llevar a cabo el plan de convivencia era necesario, por supuesto, hacerlo público y a mí me tocó la explicación a la compañera que faltaba por tener conocimiento del plan.Tener que decirle a alguien que son necesarias ciertas conductas en la cocina para el bienestar de todos os aseguro que no es una buena posición. La otra persona posiblemente se sienta atacada cuando no es en ningún momento así.
De ahí llegó mi sentimiento de culpa tras la conversación. Sin embargo, tras estar deliberando volví a hablar con la compañera no enterada del plan para quedarme más tranquila y ella lo ha comprendido perfectamente. Menos mal.
Este sentimiento se contrastaba con la felicidad que me inundaba al recibir una llamada procedente de Madrid con acento italiano. Qué diferencia tan enorme hay cuando puedes escuchar la voz de una persona a la que echas de menos más que nada en este momento. Simplemente te sientes tan bien por dentro!
La necesidad de vernos nos ha llevado a plantear los próximos encuentros sea donde sea. Él demandaba una visita de unos días a Madrid para poder mostrarme los nuevos cambios en su vida española, yo demandaba una escapada a Milán para que me mostrara todo lo que es su vida italiana. Al final, los dos nos salimos con la nuestra y toca la lenta organización de todo. Por el momento, ya sólo me queda esperar una semana para verle aparecer pisando suelo bruselense. Ya no puedo esperar más!
Por otra parte, hoy os hablo de una ventaja que tiene el vivir con personas de otras nacionalidades. No sólo aprendes su cultura, su gastronomía, su vocabulario...también se aprenden los juegos con los que un grupo de jóvenes bebe descontroladamente cervezas..

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Con un paquete de tabaco de los de caja dura iban pasando las rondas hasta acabar con el surtido que teníamos bien preparado en la nevera de casa..
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¿Qué consecuencias trae esto? Pues muy fácil, algo de lo más normal aquí: Sofía dirigiendo la bicicleta de Tiago (el de la camisa verde) como mejor podía dado su grado de alcohol, Alfredo (el de rojo) conduciendo la suya con una cerveza en la mano, la otra en el manillar y yo como paquete. No sufrimos daños a pesar de la peligrosidad de la maniobra de un lado a otro de la Place Flagey (la que tenemos al lado de casa). Y eso que yo con cada obstáculo que atravesaba "el Boing", como Alfredo llama a su transporte privado, salía medio despedida fuera de mi particular asiento.

3 comentarios:

Yoli dijo...

Ayyyyy Italianiniiiii

Unknown dijo...

vaya contrastes de entradas, pasamos de la melancolía del amor al descontrol de la cerveza pasando por la tensión compañeril por un momento.
Qué chica de contrastes, qué divertida! :P

Verónica dijo...

Ayyyy que de cervezas bebidas... Esa tripa saray jejeje